A pesar de que no suelo hacerlo, y eso que es muy recomendado por psicólogos y life coaches, el otro día me dio por reflexionar sobre el momento actual y cómo nos hemos acostumbrado a vivir en esta performance surrealista, dadaísta y barroca que es el mundo de hoy.
Todo surgió con una pregunta que se me vino a la cabeza mientras ojeaba un libro de Jeff Koons en una pseudolibrería y pensaba seriamente si invertir los 10 euros que marcaba el precio ¿Qué ha pasado con la candidatura de Kaney West a la presidencia de Estados Unidos? Aunque parezca carente de relación, en mi realidad West siempre ha sido Koons. Para empezar los dos son artistas, de hecho Kaney estudió en la escuela de artes de Chicago. Ambos tienen un poco de Duchamp y otro poco de María Antonieta, y parece que siguiendo la misma línea los dos se han emparejado con grandes estrellas de la cultura popular, una del porno y otra de los realities. El vídeo que catapultó a Kim Kardashian West a la fama bien podría estar inspirado en las fotos y esculturas de Ilona Staller y su marido.
La obra de Koons se considera un culto a la ostentación y al derroche, algo en común con la cultura del Hip Hop, y es que ambos son admirados por el dinero que mueven sus creaciones independientemente de su valor objetivo. Otro síntoma de este tiempo. A diferentes niveles, el hecho de que Rabbit, una escultura de acero inoxidable de 1 m, se haya vendido en 2019 por 91 millones de dólares está relacionado con que por unas Yezzies (las zapatillas diseñadas por el Kaney West para adidas, y más feas que unas crocs) cuesten 3000 dólares.
Rabbit
A Jeff Koons no le conozco tanto como a West, es decir, no le he visto tanto en Youtube, pero dicen por ahí que su ego también es superlativo. Quizás nunca haya dicho que es Dios, pero estoy segura de que envidia profundamente la performance presidencial del rapero. El nombre del partido independiente por el que se presenta, creado por él mismo, se llama Birthday Party, ( chúpate esa, el hasta ahora conocido como principal artista kitsch). El hashtag de la campaña es #2020vision, una broma con múltiples interpretaciones. Lo que se considera la visión normal en el estándar oftalmológico de Estados Unidos, coincide precisamente con el año más raro de la historia reciente. El video de la campaña se ha colado en todos los medios, incluso en los que nunca hablan de política, es la primera vez que veo un anuncio de la carrera presidencial en el Cosmopolitan.
En mi cabeza la relación de Ye y Koons viene de largo. Cuando Kaney West visitó el programa radiofónico de DJ Sway y este le pidió que rapease free style (es decir improvisación), el artista con 21 grammys fue incapaz de decir más de una frase, nadie podía creérselo, ni siquiera él. ¿Es malo ser un farsante? si la respuesta fuese sencilla, el mundo no sería tan interesante. Y aquí de nuevo me acordé de Koons hablando de Kaney, la simulación puede ser y es considerada arte. Jeff Koons ha sido condenado al menos cinco veces por plagio, en ocasiones de obras poco conocidas, pero si su intención fuese el no ser descubierto no habría escogido como objeto de calco un anuncio de Naf Naf. Su escultura Fait D’Hiver es una copia de la campaña de publicidad masiva ideada por Franck Davidovici. Este último denunció al escultor y consiguió una indemnización de 135.000 $. La escultura fue vendida en Christie’s por más de 4 millones de dólares, de momento no le he encontrado moraleja a la historia pero se admiten sugerencias.
Lo curioso es que esto de no encontrarle significado a las cosas, podría ser frustante sino fuese que resulta divertido. Creo que es una reacción lógica del cerebro al encontrarse con algo absurdo, que no sabe que hacer y salta la carcajada. Me pregunto que pensaría Nietzsche de esto, hoy que precisamente es su cumpleaños y no paran de celebrarlo en páginas de facebook aunque lleva 120 años muerto. Pero a todo nos hemos acostumbrado ya.