En una entrevista reciente Salman Khan, fundador de Khan Academy, señalaba con amargura la lentitud de la educación burocratizada para adaptarse a los avances tecnológicos y sus subsecuentes cambios sociales. El mundo cambia cada día, pero el sistema educativo tarda años en implementar reformas. Como educadores es nuestro deber actuar con premura para ofrecer a los estudiantes todas las oportunidades posibles. Suena bien pero la dificultad radica en la rigidez institucional. Como muchos buenos profesionales saben, en numerosos casos ceñirse al programa dictado por el correspondiente ministerio implica retroceder años y proveer a los alumnos con una información obsoleta. Y es que por desgracia, la educación burocratizada es una vaca sagrada que se pudre mientras se la venera y permanece intocable.
En palabras de Simon Kavanagh, director de desarrollo internacional del programa educativo de Kaospilot, «las empresas han empezado a buscar en escuelas alternativas donde la gente está más preparada para los desafíos que se puedan presentar. Escuelas que trabajan en tiempo real desde un punto de vista práctico», y es que desde hace años hemos escuchado voces tan importantes como la del fallecido Steve Jobs y otras personalidades de Silicon Valley apostando por cambiar el modelo educativo. Algo consecuente con el avance de los medios de difusión del conocimiento.
Nunca en la historia ha existido un mayor acceso a la información, millones de páginas procedentes de los archivos de museos y centros de investigación de todo el mundo se han puesto a disposición del público, por no mencionar maravillas de internet como Wikipedia, Khan Academy , W3 School, Ted Talks y muchas más. Eso son los nuevos foros del conocimiento, que complementan a los tradicionales. Con la situación actual los profesores deben convertirse en guías y avanzar aprovechando esos cambios como lo que son, oportunidades.
En el caso de sectores como la moda, donde la formación se ha desarrollado siempre ajena al sistema universitario, la actual regulación conlleva otro problema todavía más grave. El 90% de los diseñadores profesionales se han formado en escuelas privadas o escuelas de Artes y Oficios y esto les incapacita para convertirse en docentes en el sistema público creando una barrera infranqueable entre la educación y la industria ¿Paradójico, absurdo o tremendamente descorazonador ?
Es por esto que el sector educativo dedicado al Diseño clama por mayor libertad para crear programas realistas adaptados a los tiempos, para poder contratar a profesionales con años de experiencia, para ser capaces de adaptarse a cada alumno y responder a la creciente demanda laboral de uno de los sectores más prósperos de nuestro país. Esta necesidad precipitó la creación de la escuela FormArte en el año 2014. Establecimos como prioridad que los educadores fueran profesionales en activo, personas en contacto casi diario con la industria, algo inviable con la normativa vigente. Queríamos grupos con pocos alumnos, para que cada profesor tuviese tiempo, el que cada alumno necesitase, pero eso no era posible en clases con 20 personas. Nos pusimos como objetivo el que todos los alumnos graduados accediesen al mundo laboral mediante prácticas acordes con sus estudios y, siendo realistas, para ello era necesario ofrecer un valor a las empresas en la que se les iba a incorporar. Les ofrecimos alumnos bien preparados, formados en el trabajo en equipo y con capacidad para evolucionar de manera rápida.
Años después el modelo FormArte ha dado sus frutos, y actualmente el 90% de nuestros exalumnos trabajan en el ramo. En nuestra escuela seguiremos recibiendo a nuevos alumnos y adaptándonos a los cambios que están por llegar, manteniendo nuestro compromiso ético con la educación. Un compromiso que no debería estar reñido con la norma establecida.